Si preguntáramos a los votantes de un partido político si creen haber sido influidos por las campañas de publicidad y propaganda que circulan por las redes sociales, obtendríamos como respuesta un contundente “puede ser que a otros les pase pero yo voto lo que quiero”, algunos incluso añadirían que ejercen su derecho al voto de forma racional. Es natural, si las personas no se creyeran inmunes a la persuasión, el marketing, la publicidad y las relaciones públicas no existirían.
Sin embargo desde hace años, los estudios y los hechos demuestran lo contrario. La publicidad y la propaganda influyen persuadiendo al público, orientando conductas, implantando pensamientos e impulsando la acción del voto.
Un artículo publicado en Wired escrito por un antiguo responsable de monetización de Facebook ahonda en este sentido, explicando cómo fue la publicidad y no los hackers rusos financiados por Putin, quien impulsó a Donald Trump a la presidencia del gobierno de la nación más poderosa del mundo.
Trump no necesitó la ayuda de los siniestros spin doctors rusos para promocionar sus alocadas ideas en las redes sociales; simplemente consiguió una mayor tasa de interacción (comentarios, me gusta, compartidos), porque perseguía una audiencia más deslocalizada y con un formato más sencillo, lo que abarató notablemente su gasto publicitario.
Estos anuncios baratos con gran poder de cobertura pillaron por sorpresa a los analistas y estrategas de campaña de Hillary Clinton que tuvo que enfrentarse a unos precios mucho más alto por la publicidad en redes, como Facebook, donde su presencia fue eclipsada por el candidato conservador.
Este hecho ha sido confirmado por uno de los principales consejeros de Trump durante la campaña, Brad Parscale, quien citando al director de Wired, aseguró que las campañas de Trump consiguieron CPMs (coste por cada mil impresiones en Facebook) 100 o 200 veces más baratos que los conseguidos por Hillary Clinton, consiguiendo una mayor difusión mucho mayor a igualdad de dinero invertido.
I bet we were 100x to 200x her. We had CPMs that were pennies in some cases. This is why @realDonaldTrump was a perfect candidate for FaceBook.
— Brad Parscale (@parscale) 24 de febrero de 2018
Esta enorme diferencia fue también constatada por Jennifer Palmieri, jefa de presa de la campaña de Hillary Clinton, declaraciones que después matizó en Washington Post, donde afirmó simplemente que "Trump era un candidato perfecto para Facebook".
Facebook por su parte ha desmentido estas acusaciones asegurando publicando un diagrama con los costes de las campañas de Trump y Clinton durante los momentos clave de la campaña (entre junio y noviembre) que al parecer demuestra justo lo contrario: Clinton pagó menos por su publicidad.
¿Quién dice la verdad y quién miente? Nunca sabremos cuál fue el impacto real de los mensajes propagandísticos difundidos en Facebook, pero debemos empezar a valorar la importancia de la publicidad y la propaganda en la medida que lo merecen. Quizá así también comprendamos la gravedad de la financiación ilegal de los partidos políticos que ganan elecciones invirtiendo enormes cantidades de dinero de oscura procedencia en imagen de marca, eventos, comerciales, vídeos, publicidad exterior, redes sociales, etc,, con las que implantan ideas, refuerzan pensamientos, ganan votos y adeptos para alcanzar el triunfo electoral.