Los hábitos de consumo en España están fuertemente vinculados a la composición del hogar. Según revela el informe “Tendencias del consumidor” de la consultora Nielsen, los hogares con menores de 12 años gastan un 40% más en productos de alimentación (unos 3000€), por persona, que los hogares que no tienen niños.
Las familias sin hijos o unipersonales gastan una media de 1700€ en productos de alimentación. La media del hogar español se sitúa en un gasto de 2.300€ en productos de alimentación.
En cuanto a los hábitos de consumo, existen algunas pautas comunes a los miembros de todos los hogares: casi la mitad de las compras se producen los fines de semana, aunque los españoles acuden una media de 2-3 veces por semana al supermercado. En este aspecto y respecto a otros consumidores europeos, el informe destaca que los españoles consumen más producto fresco (aproximadamente 1/3) por lo que también acuden más veces a comprar productos de carácter perecedero.
Internet también, pero más para informarnos
El consumidor español también recurre a veces a la compra online, especialmente para compras voluminosas y pesadas, (latas, cartones de leche, comida para mascotas, etc). Sin embargo la mayor parte de las visitas a las tiendas digitales siguen siendo para obtener información, precios, etc.
Para los españoles, Internet es una herramienta imprescindible para estar conectado e informado constantemente. Algo que una buena parte de las personas hacen a través de su Smartphone; 1 de cada 3 comparte sus opiniones en la red, lo cual influye enormemente en sus contactos: un 59% considera estos comentarios los más fiables, seguidos por los editoriales (56%) y las páginas web corporativas (50%).
Planificando el ahorro
La crisis económica ha convertido al consumidor español en un experto planificador del ahorro, aunque siempre queda un hueco para satisfacer los caprichos.
Los españoles se esfuerzan por optimizar el presupuesto y se han vuelto hipersensibles al precio –siete de cada diez planifican la compra- aunque los productos de compra impulsiva se llevan también parte del dinero disponible.
A pesar de los esfuerzos por estirar el presupuesto, uno de cada diez consumidores se declara dispuesto a pagar algo más por colaborar con los más necesitados y ONGs, comprando productos de comercio justo.