En la vida casi todo proviene de casi nada, decía el diario íntimo de Amiel, algo aplicable a la vida del genial y talentoso gurú de la tecnología y el diseño, que revolucionó el mundo del silicio creando todo de la nada .
La muerte se llevó al hombre y nos dejó el mito. Más allá de las anécdotas, las razones y argumentos que ahora tratan de explicar su vida y su éxito, de las lágrimas de los amigos y los enemigos, el legado de Steve Jobs se encuentra en la visión peculiar de un proyecto que habitó primero en su mente y terminó instalándose en la de los demás. Jobs no quiso vivir la vida de otros sino cambiarla y sobre todo supo conseguir algo realmente difícil que es "significar algo".
Enfoque y simplicidad
En la sencillez del producto radica su belleza. Más sencillo no quiere decir más fácil, era una de las máximas que nos dejaba el recientemente fallecido Steve Jobs para referirse a la forma en la que había que concebir la relación entre el producto y el cliente.
Sin duda una buena parte del éxito de los gadgets que ideó el maestro se explica por el selectivo enfoque y por la bella simplicidad que hicieron de Apple una marca, una ideología y hasta una religión.
Enfoque= Posicionamiento
Es un error común en las empresas que comienzan el intentar abarcar un exceso de productos y servicios para satisfacer todo tipo de demandas, gustos y preferencias. Una empresa que hace “Marketing integral, marketing relacional, marketing de contenidos, marketing de guerrilla, marketing directo, street marketing, neuromarketing, marketing on line, advergaming y marketing aromático” puede parecer a primera vista bastante impresionante pero en realidad esta amalgama de actividades es percibida por el cliente como una falta de especialización y profesionalidad que terminará dando al traste con un buen posicionamiento.
Cuando menos es más
Parafraseando una vez más al creador de Apple, cuentan que cuando creó el Iphone reunió a sus ingenieros y les dijo sin más: “el teléfono tendrá un botón, apáñenselas”. Cuando empezamos a mirar demasiado a la competencia, nos empeñamos en superar su último producto, en ofrecer más prestaciones, corremos el peligro de entrar en una frenética competición similar a una escalada nuclear en plena Guerra Fría, que nos hará perder la esencia de nuestro producto. A veces como nos demuestra la experiencia, un producto no necesita ser más y más complejo sino satisfacer las necesidades del cliente. Un ejemplo es el éxito reciente de las bicicletas sin cambios. No tienen amortiguación, ni discos de freno, ni cuadro de titanio, en su sencillez radica el éxito y hacen bien aquello para lo que fueron creadas.
Copiar no conduce al éxito
Aunque pueda formar parte del proceso de aprendizaje, copiar lo que hacen otros no es una buena estrategia. El ajedrecista que juega con negras y copia todos los movimientos de su contrincante nunca llevará la iniciativa y terminará perdiendo el posicionamiento y por tanto la partida. De la misma manera si te limitas a copiar nunca conseguirás llegar muy lejos, siempre irás por detrás de la competencia.
Crear un vínculo
A menudo las empresas, obsesionadas con llegar a sus clientes gastan grandes sumas en publicidad. Esto mismo es lo que hace la competencia, luego entonces ¿cómo destacar? Si Apple ha llegado a ser la marca más valorada del mundo es porque ha creado un valor añadido que es incluso más importante que sus astronómicos beneficios. Con una visión peculiar, creando un estilo de vida, rodeándose de un místico halo de clase y elitismo, la marca de la manzana ha conseguido crear un vínculo emocional muy fuerte cuyo valor trasciende al de sus productos.
Esto desmiente el dicho común que afirma que los beneficios son el fin último de la empresa. Indudablemente son el propósito básico y una necesidad imperiosa para la viabilidad de la misma aunque la perdurabilidad y el crecimiento a largo plazo sólo se conseguirán mediante la creación de valor. El contundente ejemplo de Apple nos muestra que el impagable valor de una marca no está en los números de su cotización bursátil sino en el significado que una vez instalado en las mentes crea un potente y duradero vínculo que trasciende el espacio y el tiempo.