Robos, extorsiones, suplantación de identidad son sólo algunos de los graves peligros a los que nos exponemos cuando aceptamos a desconocidos en redes sociales como Facebook.
Es un hecho tan carente de sentido como habitual: alguien de buen aspecto o que inspira confianza solicita nuestra amistad en una red social, por ejemplo Facebook y lo aceptamos sin más, añadiéndolo a nuestra extensa y variopinta lista de contactos o amigos.
Esta aparentemente insignificante acción, puede entrañar graves peligros, como demuestran los cada vez más frecuentes casos de hackeos, usurpación de personalidad, robo de imágenes y datos personales, etc.
Sin embargo y sorprendentemente, una inmensa mayoría de los usuarios de Internet y redes sociales, viven despreocupados y en la ignorancia de los graves peligros a los que de forma inconsciente, quedan expuestos cada vez que realizan comentarios o publicaciones en la red. A lo sumo , cuando reconocen tener desconocidos en su red, lo justifican alegando que en su perfil no hay información sensible o que pueda ponerlos en peligro; craso error.
Los menores son un colectivo especialmente vulnerable cuando los padres no gestionan bien el control parental, pero las investigaciones demuestran que los adultos son igual de inconscientes o más.
Los datos son verdaderamente alarmantes: según un estudio de BitDefender, un 94 por ciento de los usuarios de redes sociales como Facebook acepta invitaciones de amistad de desconocidos, ofreciendo información personal sensible.
La situación es más habitual de lo que parece y se da en todo momento en cualquier parte del mundo. Muchas veces todo empieza aceptando invitaciones de extraños o desconocidos para compartir un juego, como por ejemplo FarmVille. Otras cuando el usuario, habitualmente hombres, aceptan invitaciones de amistad de una chica guapa y provocativa imposible de rechazar. Un 53 por ciento de los usuarios que aceptaron solicitudes de amistad falsas explicaron que la razón había sido la belleza de la joven, según el estudio de BitDefender. Pero también existen otras ingeniosas formas de ganarse la confianza de la víctima como la de presentarse como un pariente lejano por compartir el mismo apellido, tener aficiones o hobbies comunes (despertando un sentimiento de grupo o comunidad), o simplemente por ser amigo de uno de nuestros amigos reales, lo cual no debería significar nada pero es muchas veces motivo suficiente para aceptar la solicitud de amistad.
Para preocupación de todos y mayor desgracia de los más ingenuos, los ciberdelincuentes están al acecho en la red, y gracias a la inconsciencia de los propios usuarios,disponen ahora de mayor información que nunca para cometer actos delictivos.
Veamos algunas de las amenazas más frecuentes y probables a las que se enfrenta un usuario típico y despreocupado por su seguridad en la red que acepta solicitudes de amistad de perfiles que no conoce:
1. Robos en viviendas y coches: El Oversharing y la "Extimidad" son conceptos que hacen referencia a la tendencia a compartir todo tipo de información privada en las redes sociales, desde imágenes propias a las de nuestros amigos y familiares, pasando por todo tipo de datos relativos a nuestros hobbies, actividades, dónde trabajamos, qué comemos o cuándo nos vamos de vacaciones. La mayoría de las veces se trata de pura actuación o “showing-off”, una manera de mostrar ante los demás una vida idealizada y por supuesto falsa con la que se busca la admiración y el reconocimiento social.
Nunca los delincuentes tuvieron a su disposición tanta información útil para sus perversos propósitos. ¿Imaginan contarle a un desconocido en plena calle dónde vivimos y cuándo viajamos dejando nuestra casa deshabitada? Si nunca haríamos esto en la vida real ¿por qué lo hacemos en una red social como Facebook? A veces ni siquiera es necesario decir dónde vivimos porque tenemos activada la geolocalización en nuestras publicaciones, algo que la mayor parte de los usuarios ni siquiera conoce.La situación es más habitual de lo que creemos y pasa todos los días en cientos de miles de cuentas, dando pie a posibles robos en viviendas, coches, etc.
2. Suplantación de identidad: es un delito cuando se produce de forma continuada y se realizan acciones en nombre de la víctima, que puede ser castigado con penas de prisión entre 6 meses y 3 años, según el código penal. A pesar de ello sucede cada vez más porque es relativamente sencillo para un ciberdelicuente hacerse con centenares de imágenes de la víctima –de su vida cotidiana, pareja, familia, hobbies- con los que puede construir un perfil falso desde el que cometer sus delitos.
Como ejemplo paradigmático de suplantación tenemos la que el escritor infiltrado Antonio Salas, relata en su magnífico libro “Los hombres que susurran a las máquinas”, cuando un experto informático utilizó imágenes robadas a un joven en Facebook, para construir el perfil falso de un violento skin muy activo en las redes sociales que llegó a realizar amenazas de muerte. ¿Imaginan qué podría haberle ocurrido al joven “hackeado” si se hubiera encontrado con integrantes de una banda callejera de ideología contraria en los alrededores de un estadio de fútbol? La suplantación de identidad también puede dar lugar a que los ciberdelincuentes utilicen nuestras imágenes y datos personales para acosar a otras víctimas o para realizar estafas a través de las redes, incluso ir más allá. El robo de datos personales ha llegado a utilizarse para dar de alta empresas en países extranjeros con las que realizar actividades fraudulentas que pueden generar demandas por parte de autoridades extranjeras, que pueden salirnos muy caras.
3. Extorsión y chantajes: si compartimos información comprometida con extraños podemos ser víctimas de chantajes; es más, ni siquiera hace falta que esta información exista, ya que algunos delincuentes pueden encargarse de crear sus propias falsificaciones. Quizá suene a ciencia ficción pero en nuestro país ya se han registrado denuncias a ciberdelicuentes especializados en el tratamiento de imágenes, capaces de crear incluso falsos vídeos pornográficos utilizando el rostro de la víctima extraído de imágenes robadas de su cuenta. Una vez realizado el vídeo, los delincuentes extorsionaron a la víctima, reclamando una gran cantidad de dinero -muchos miles de euros- bajo la amenaza de publicar “su vídeo porno” en las redes sociales.
Sin embargo la situación más típica se produce cuando un incauto se deja seducir por la belleza de una joven que le solicita su amistad en una red social como Facebook o Instagram; es posible que después de flirtear con la víctima la joven empiece a quitarse ropa pidiéndole a la víctima que le siga el juego, mientras probablemente está siendo grabada en vídeo. Una vez mordido el anzuelo el ciberdelincuente pedirá dinero para no publicar las imágenes extorsionando a la víctima.
4. Duplicación de huellas dactilares: cada vez es más común compartir selfies en redes sociales como Facebook o Instagram en las que el usuario se autorretrata con el típico gesto de “V” de victoria. Como ya han señalado algunos expertos, esta insignificante acción puede dar pie al robo de la huella dactilar de la víctima y su posterior utilización para acceder a sistemas biométricos como los que incorpora el nuevo iPhone. Este robo de credenciales puede ser utilizado en un futuro para realizar delitos informáticos en pagos con aplicaciones móviles u otros delitos que hoy día ni siquiera podemos imaginar.
5. Acoso en la red o bullying: es cada vez más habitual encontrar a personas desesperadas ante el acoso por parte de trolls o usuarios que bajo el poder del anonimato, propagan bulos, calumnias o insultan a una víctima en la red. Si alguien quiere hacernos daño necesitará información para dotar a sus mentiras de cierta credibilidad, algo que quizá le estamos proporcionando de forma inconsciente con nuestras publicaciones en la red. Cuando aceptamos solicitudes de amistad de extraños podemos estar aceptando a un futuro troll que puede llegar a hacernos la vida imposible. Si esto ocurre debe denunciarse, pero debemos saber que Facebook o Twitter no facilitan las Ips de los acosadores a menos que lo ordene un juez de EEUU, por lo que esta desagradable situación puede convertirse en un auténtico calvario, que en casos extremos ha conducido algunos adolescentes incluso al suicidio y a muchos famosos a terminar cerrando sus cuentas en redes sociales.
6. Grooming y acoso sexual: a veces puede resultar difícil de entender por qué alguien, generalmente adolescentes (entre 11 y 15 años principalmente), termina compartiendo fotos comprometidas -desnudos, contenido sexual- con un extraño en la red. Es algo que ocurre cada vez más a menudo y puede dar lugar a futuras extorsiones y acoso sexual a la víctima. Es algo que puede ocurrir en cualquier red social, incluyendo en las profesionales como Linkedin, donde algunos falsos reclutadores pueden ofrecer falsos empleos con los que acceder a sus víctimas.
7. Envío de spam: algunos de los desconocidos que aceptas en redes sociales pueden ser perfiles falsos que una vez ganada cierta credibilidad utilizan nuestras comunidades y grupos para publicitar productos fraudulentos, falsificaciones, etc, llenando tu muro y el de tus amigos con spam y enlaces a sitios de ventas de dudosa fiabilidad.
8. Riesgos para familiares y amigos: cuando aceptas extraños o desconocidos en tu red social no solo te pones en riesgo tú sino también todos tus amigos, familiares y personas que muestras o etiquetas en la red social. Piénsa quién puede ver todo lo que publicas antes de subir las imágenes de tus amigos y seres queridos. Si no tomas precauciones por ti, hazlo al menos por la gente que aprecias.
Todos estos riesgos se minimizarían si en nuestras redes nos aseguráramos de aceptar únicamente solicitudes de amistad de personas reales y conocidas, lo cual es además una buena manera de mantener limpio nuestro timeline y las notificaciones.
Lamentablemente estos consejos siguen sin ser tenidos en cuenta por la mayor parte de los usuarios que amenudo desconoce incluso los aspectos más básicos de la gestión de su privacidad en las redes sociales y en las aplicaciones móviles.
Aún tomando precauciones, nada nos asegura estar completamente a salvo. Cada semana tenemos noticias de hackeos y robos masivos de contraseñas y datos personales en redes sociales y grandes plataformas de Internet, que nos hacen vivir en un clima constante de inseguridad.
¿Quiere esto decir que debemos vivir aterrorizados porque cualquier ciberdelicuente puede hackear nuestra cuenta de Facebook o Twitter? Por supuesto que no; Google, Facebook, Twitter, Yahoo y las grandes empresas de Internet gastan fortunas en seguridad, contratando a los mejores expertos para implementar medidas de seguridad extraordinarias. Un hacker debe invertir mucho tiempo y recursos para romper contraseñas y encontrar una vulnerabilidad, algo que sólo algunas veces, termina ocurriendo, pero ninguna medida de seguridad sirve, si nosotros mismos ofrecemos nuestra información a desconocidos y extraños.